Horas de tensión e incertidumbre se vivieron en Bolivia cuando un frustrado golpe de Estado sacudió la nación. El comandante en jefe del Ejército, general Juan José Zúñiga, lideró una movilización militar en La Paz, exigiendo cambios drásticos. El presidente Luis Arce hizo un llamado a la ciudadanía para defender la democracia, mientras la Central Obrera Boliviana declaró una huelga general. En medio de este caos, la destitución del general Zúñiga y la designación de una nueva cúpula militar marcaron un punto crítico en la inestable situación política del país.
El desarrollo de los acontecimientos en La Paz
En la capital boliviana, La Paz, el escenario fue de alta tensión cuando unidades militares se congregaron en la Plaza Murillo, justo frente al Palacio Quemado. Este movimiento fue liderado por el general Zúñiga, quien estaba al frente de la cúpula militar. La decisión del gobierno de destituirlo precipitó estos eventos dramáticos, marcando un momento crítico en la historia política del país.
La respuesta del presidente Luis Arce fue rápida y decidida. Frente a las cámaras y su nación, confrontó directamente a Zúñiga en las puertas destrozadas del palacio. Este enfrentamiento simbolizó la lucha entre la autoridad del estado y un sector desafiante de las fuerzas armadas. Posteriormente, Arce hizo un llamado a la nación, instando a la ciudadanía a defender la democracia y resistir cualquier intento de desestabilización gubernamental.
Reacciones del gobierno y la ciudadanía
El presidente Arce califica los eventos como un intento de golpe de Estado.
Tras los disturbios, el gobierno de Luis Arce, conocido por sus políticas progresistas, fue rápido en denunciar el incidente como un intento de golpe de Estado. Esta declaración resonó en varios sectores de la sociedad boliviana que ya estaban en alerta ante cualquier signo de inestabilidad política. En respuesta, la Central Obrera Boliviana no solo respaldó al presidente sino que también proclamó una huelga general indefinida.
En las calles, el clima era eléctrico. Grupos de ciudadanos se agruparon en la plaza, enfrentándose verbalmente con los soldados mientras estos últimos lanzaban botes de humo para dispersar a la multitud. Este acto de movilización ciudadana demostró la disposición de los bolivianos para proteger sus instituciones democráticas y apoyar al gobierno legítimamente electo frente a amenazas autoritarias.
Contexto y consecuencias políticas
Este conflicto no emerge en un vacío sino que se inscribe en un contexto más amplio de tensiones políticas en Bolivia. La rivalidad entre el presidente Arce y el expresidente Evo Morales ha sido particularmente palpable. Morales, con planes de participar en las elecciones del 2025, ha sido una figura central en la política boliviana, lo que aumenta la complejidad del panorama político actual.
En respuesta a la crisis, Arce procedió a reestructurar la cúpula militar, nombrando a José Wilson Sánchez Velázquez como el nuevo comandante en jefe. Esta acción buscó restablecer el orden y asegurar la estabilidad política del país. Los militares, finalmente obedeciendo al nuevo liderazgo, se retiraron a sus cuarteles, lo que marcó el fin de este tumultuoso episodio y dejó a Bolivia en una reflexión profunda sobre su futuro democrático.