Entre la tensión y la provocación, la Marcha de las Banderas en Jerusalén Este ha vuelto a poner en el centro del debate la ocupación israelí y la polémica anexión de territorios. Decenas de miles de ultranacionalistas se han congregado en un evento que no solo celebra la “reunificación” de la ciudad, sino que también aboga por la reconquista de Gaza. La participación de figuras políticas y la fuerte presencia policial han sido elementos clave en una jornada marcada por actos violentos y mensajes de odio.
La polémica Marcha de las Banderas
Este evento anual en Jerusalén congrega a miles de jóvenes judíos ultranacionalistas que celebran la ocupación israelí de Jerusalén Este desde 1967. Durante la marcha, los participantes recorren la Ciudad Vieja con banderas, cantando y bailando en una demostración de fuerza y orgullo nacional, pero también de provocación hacia las comunidades árabes locales. Este año, a pesar del contexto de violencia en Gaza, la marcha se desarrolló sin grandes altercaciones externas.
La tensión fue palpable, especialmente cuando los manifestantes atravesaron el barrio musulmán y la puerta de Damasco. La celebración, que pretende afirmar la anexión de Jerusalén Este, resuena con un eco particularmente amargo este año debido al reciente aumento de la violencia en la región. Los cánticos y las proclamas, que incluyen frases como «muerte a los árabes», no son solo expresiones de festividad sino también de desafío político y social.
Los asistentes entonaron cánticos racistas exacerbando las tensiones en un ambiente ya cargado.
Violencia y represión en la Ciudad Vieja
Como cada año, el paso de la marcha implica un día difícil para los comerciantes palestinos. Muchos optaron por cerrar sus tiendas, ya sea por decisión propia o presionados por las circunstancias. La presión policial, destinada a proteger a los marchantes, a menudo se traduce en restricciones adicionales para los residentes palestinos. Este clima represivo subraya la disparidad de poder y el control ejercido durante estos eventos.
La prensa tampoco escapó de la agresión. Reporteros tanto israelíes como palestinos fueron blanco de hostilidades; sus cámaras fueron bloqueadas intencionadamente y algunos sufrieron agresiones físicas. En un incidente reportado, un periodista fue golpeado y un fotoperiodista sufrió cortes tras ser empujado por un oficial. Estos actos no solo intimidan sino que intentan silenciar las voces críticas y controlar la narrativa del evento.
Impacto internacional y respuestas políticas
La repercusión internacional de la Marcha de las Banderas es significativa. Instituciones como la Corte Internacional de Justicia han sido señaladas en carteles que acusan a varios países de ser “cómplices de Hamas”. Estas acusaciones vienen en respuesta a las órdenes de arresto solicitadas contra líderes israelíes como Netanyahu, lo que ha generado un debate acalorado sobre la legalidad de las acciones de Israel bajo el derecho internacional.
Además, países como España, Irlanda y Noruega han sido mencionados explícitamente por su reconocimiento de un Estado palestino y su crítica hacia las políticas israelíes. Estas posiciones han influido en las dinámicas diplomáticas y muestran cómo el conflicto israelí-palestino continúa siendo un punto clave en las relaciones internacionales. Las decisiones y declaraciones en estos contextos no solo afectan a los directamente involucrados sino que también configuran las políticas globales respecto al conflicto.