La selección española de hockey femenino ha vuelto a demostrar su superioridad en el Mundial de Novara, conquistando el título tras una intensa final contra Portugal. Con una estrategia impecable y el talento indiscutible de jugadoras como Sara Roces y María Sanjurjo, la selección española se impuso con autoridad. La defensa portuguesa intentó contener el avance español, pero la precisión y la astucia de las jugadoras españolas desmontaron cualquier intento de resistencia.
Un inicio desafiante contra la defensa portuguesa
La defensa portuguesa se mostró sólida durante los primeros minutos del encuentro, poniendo a prueba la paciencia y estrategia del equipo español. No fue hasta pasada la mitad de la primera parte cuando Aina Florenza logró romper el equilibrio. Su habilidad en el campo provocó una penalización que cambiaría el curso del juego. Este fue un momento decisivo que destacó la intensa resistencia que Portugal ofrecía en el campo.
El primer gol llegó como un alivio y una recompensa al esfuerzo español. Sara Roces, con una precisión impecable, transformó el penal en un gol, colocando el balón en el ángulo derecho de la portería. Este gol no solo abrió el marcador, sino que también reforzó la moral del equipo español, que hasta entonces había encontrado un formidable oponente en la defensa portuguesa. La ejecución de este penal evidenció la calidad técnica y la preparación del equipo español en momentos de alta presión.
Consolidación del triunfo en la segunda parte
Tras el descanso, no tardó en llegar el segundo gol, un reflejo claro de la eficaz estrategia ofensiva del equipo español. A tan solo 45 segundos de reanudado el juego, Aina Florenza nuevamente se hizo sentir en el campo. Su incursión por el flanco dejó atrás a la defensa para asistir a María Sanjurjo, quien con gran colocación y sin oposición marcó el 0-2. Este gol no solo consolidaba el marcador, sino que también allanaba el camino hacia la victoria final.
Con una ventaja cómoda, el dominio español fue palpable durante el resto del partido. La seguridad en el campo se vio reforzada por la excepcional actuación de Anna Ferrer, la portera del equipo, reconocida también como campeón europeo. Su habilidad para detener los intentos portugueses fue clave para mantener la portería a cero y asegurar que España se coronara una vez más como campeona mundial en el Mundial de Novara.