Un trágico deslizamiento de tierra ha devastado un pueblo en Papúa Nueva Guinea, causando la muerte de al menos 670 personas. Este evento catastrófico ha resultado en la destrucción de más de 150 casas, afectando gravemente a la región y su comunidad. Además de la tragedia, las violentas lluvias han incrementado los riesgos y dificultan los esfuerzos de rescate, mientras las tensiones tribales complican aún más la situación.
Balanza de víctimas y daños materiales
Al menos 670 personas han perdido la vida en el deslizamiento de tierra que sepultó un pueblo en Papúa Nueva Guinea. La tragedia ocurrió en la noche del 23 al 24 de mayo, dejando a una comunidad en duelo y con grandes pérdidas. Según Serhan Aktoprak, funcionario de la ONU basado en la capital Port Moresby, más de 150 casas fueron destruidas por la masa de lodo y escombros.
El impacto ha sido devastador para los residentes de este pueblo de aproximadamente 4,000 habitantes. No solo han sufrido pérdidas humanas, sino también daños materiales significativos que han dejado a muchas familias sin hogar.
La situación es terrible, la tierra continúa deslizándose.
Los esfuerzos de rescate se ven complicados por las condiciones inestables del terreno.
Condiciones climáticas y riesgos adicionales
Las intensas lluvias que han azotado la región en las últimas semanas han exacerbado los riesgos. Estas condiciones climáticas adversas contribuyeron significativamente al deslizamiento de tierra, creando una mezcla peligrosa de rocas y tierra que se desprendieron del monte Mungalo. La seguridad de los equipos de rescate y de los sobrevivientes sigue siendo una preocupación constante.
El agua continúa fluyendo, lo que aumenta el riesgo de nuevos desastres naturales en la zona afectada. Muchas personas han tenido que evacuar sus hogares debido a estos peligros persistentes. Serhan Aktoprak advierte que el terreno sigue siendo muy inestable y peligroso, complicando aún más los esfuerzos para rescatar a las víctimas y proporcionar ayuda.
Obstáculos y esfuerzos de rescate
Los esfuerzos de rescate se encuentran enfrentando numerosos obstáculos, incluyendo la violencia tribal en la región. Estos conflictos han bloqueado el acceso a las áreas afectadas, dificultando el paso de los equipos de socorro y la distribución de ayuda humanitaria. La única vía de acceso ha sido escenario de enfrentamientos que no están relacionados con el deslizamiento, pero que complican aún más la situación.
Para garantizar la llegada de ayuda, el ejército de Papúa Nueva Guinea ha movilizado una escolta de seguridad para los convoyes. A pesar de estos esfuerzos, trabajar entre los escombros sigue siendo extremadamente peligroso debido a la posibilidad constante de nuevos deslizamientos. Hasta ahora, solo cinco cuerpos han sido recuperados, lo que sugiere que el balance final podría tardar días o semanas en conocerse.