El US Open no solo es un evento deportivo de gran envergadura, sino también un lugar de encuentros inesperados y momentos sorprendentes. Desde la aparición de Kim Kardashian junto a Florentino Pérez en el nuevo Bernabéu, hasta la melancolía en el rostro de los tenistas como Alcaraz, cada detalle cuenta una historia única. ¿Qué tienen en común el presidente del Real Madrid y el ambiente etílico que envuelve a este Grand Slam?
Encuentros inesperados: del fútbol al tenis
Cuando el Bernabéu se transforma en un escenario para estrellas de otros ámbitos, no es raro ver a Florentino Pérez, el presidente del Real Madrid, recibiendo a celebridades como Kim Kardashian. Este tipo de encuentros subraya cómo los eventos deportivos trascienden el mero deporte, convirtiéndose en cumbres de famosos de diversas industrias. Es una muestra de cómo el deporte y el entretenimiento se están entrelazando cada vez más.
Este fenómeno no solo se limita al fútbol. Durante grandes eventos como el US Open, es habitual ver a presidentes de clubes y otras personalidades del deporte en las gradas, disfrutando no solo de la competición, sino también de la oportunidad de establecer conexiones en un ambiente distendido. Estos encuentros pueden parecer casuales, pero a menudo están cargados de futuras colaboraciones o proyectos.
La presencia de figuras como Kim Kardashian en eventos deportivos demuestra la fusión entre el espectáculo y el deporte.
El ambiente etílico del US Open
El US Open no solo es conocido por ser un Grand Slam, sino también por su singular atmósfera, donde la bebida ocupa un lugar destacado. Entre los cócteles favoritos se encuentra el Honey Duce, adornado con melón y basado en vodka Grey Goose. Esta bebida se ha convertido casi en un símbolo del torneo, tanto que ha sido apodado por algunos medios como «la verdadera estrella del US Open».
Este ambiente festivo se extiende más allá de las bebidas. Los espectadores del torneo participan en una experiencia que va más allá de ver un partido de tenis. La interacción constante durante los juegos, donde la gente entra y sale, junto con las peticiones frecuentes de silencio por parte de los árbitros, crea un entorno que recuerda más a un gran evento social que a un tradicional torneo de tenis.